OMEGA-3 Y ALZHEIMER
Puntos claves
Resumen de un capítulo del libro “Aceite de algas – La revolución nutricional del mar” (1) del Dr. Michael Nehls ─ y algunos consejos adicionales.
En su libro “Aceite de algas – La revolución nutricional del mar” (1), el médico y genetista molecular Dr. Michael Nehls explica que la enfermedad de Alzheimer, aunque se considera incurable, puede prevenirse con éxito. En las primeras etapas de la enfermedad, incluso se puede curar. Los ácidos grasos marinos Omega-3, como los que se encuentran en el aceite de algas, desempeñan un papel esencial en la prevención y en la terapia. A continuación encontrarás un resumen del capítulo “Alzheimer” de su libro, así como información adicional.
Definición: ¿Qué es el Alzheimer?
El término “demencia” abarca un total de 50 enfermedades diferentes en las que el rendimiento del cerebro se reduce continuamente a medida que avanza la enfermedad. La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia y representa aproximadamente dos tercios de todos los casos de demencia.
La enfermedad de Alzheimer se caracteriza por la degeneración prematura de las células nerviosas en el llamado hipocampo. Esta es una estructura cerebral gemela del tamaño de un pulgar ubicada en la región temporal del cerebro que contiene la memoria a largo plazo de todas nuestras experiencias y pensamientos personales. El hipocampo almacena recuerdos de nuestras experiencias o pensamientos, incluyendo cuándo y dónde ocurrieron y cómo nos sentimos. Al mismo tiempo, regula nuestra respuesta al estrés.
De hecho, durante la enfermedad aparecen los siguientes síntomas:
- Aumento de los problemas de memorización y pérdida de memoria.
- Trastornos de la orientación espacial y temporal
- Dificultad para planificar y alcanzar objetivos
- Aumento de los niveles de estrés y miedo a nuevas experiencias
A medida que avanza la enfermedad, otras áreas del cerebro se ven afectadas:
- Capacidad deteriorada para juzgar y pensar
- Disminución de la capacidad de hablar.
La personalidad y el comportamiento de las personas afectadas también cambian durante la enfermedad. A medida que la gravedad de los diferentes trastornos aumenta con el tiempo, a los afectados les resulta cada vez más difícil afrontar la vida diaria.
¿Cómo funciona un cerebro sano?
El cerebro no está sujeto a mutaciones constantes sólo durante la infancia. También en la edad adulta, la estructura del cerebro y las más de 100 mil millones de células que componen nuestro sistema nervioso se remodelan constantemente. Para transmitir señales de una célula nerviosa a otra, necesitamos una gran cantidad de sinapsis. Cada uno de ellos se controla periódicamente para comprobar si sigue siendo útil para nuestro organismo. Si no es así, la sinapsis se deteriora.
Sin embargo, constantemente se forman nuevas sinapsis. Son capaces de registrar percepciones y experiencias sensoriales y relacionarlas con experiencias pasadas. Las propias células nerviosas también se renuevan constantemente, de modo que incluso las células nerviosas ya creadas en el feto siguen siendo funcionales incluso en la vejez.
Esto no sólo es útil para la calidad de vida, sino también un requisito previo para transmitir conocimientos a la siguiente generación. Esta capacidad, vital para el ser humano, se la debemos en particular al centro de la memoria de nuestro cerebro, el hipocampo, que tiene la capacidad única de formar nuevas células cerebrales a lo largo de la vida.
La importancia de los ácidos grasos Omega-3 para la función cerebral
El cerebro está compuesto aproximadamente en un 60% de ácidos grasos insaturados. En particular, el ácido graso marino Omega-3 DHA, es un elemento constituyente importante de las membranas de las células cerebrales. Sin embargo, como el cuerpo humano no puede producir por sí mismo ácidos grasos Omega-3 marinos, deben obtenerse regularmente a través de los alimentos. Si el cerebro carece de DHA, en su lugar se introducen otros ácidos grasos en las membranas. En este caso, las sinapsis y las células cerebrales no pueden renovarse ni regenerarse lo suficiente. La consecuencia es que el hipocampo en particular comienza a reducirse en lugar de crecer de por vida, como sería natural. Esto resulta en una limitación de las funciones cerebrales y por tanto en una reducción del rendimiento mental.
Los efectos de la enfermedad de Alzheimer en el cerebro
La fase inicial de la enfermedad de Alzheimer se caracteriza por daño al hipocampo. La destrucción del hipocampo es el resultado de una anomalía crónica en la formación de nuevas células del hipocampo, la degradación continua de las células nerviosas existentes y la destrucción y falla de todas las sinapsis que almacenan nuestros recuerdos personales. El hipocampo se deteriora gradualmente y finalmente se destruye. Como todos nuestros recuerdos emocionalmente significativos se almacenan allí, se olvidan cada vez más a medida que avanza la enfermedad.
En la enfermedad de Alzheimer el llamado beta-amiloide desempeña un papel crucial. Es una sustancia importante para el funcionamiento del cerebro, esencial para almacenar nuevos recuerdos. El beta-amiloide se forma en el hipocampo cuando estamos despiertos y se descompone nuevamente durante el sueño para que podamos formar nuevas impresiones al día siguiente.
Si el equilibrio entre formación y degradación se ve alterado por un estilo de vida poco saludable e inadecuado, se acumula un exceso de beta-amiloide en el hipocampo. Esto conduce a la formación de la llamada toxina del Alzheimer. Es una toxina neuronal que acelera la progresión de la enfermedad de Alzheimer.
Causas de la enfermedad de Alzheimer: ácidos grasos trans y déficit de Omega-3
Los alimentos que contienen una alta proporción de ácidos grasos trans son extraños para la especie humana. Las grasas trans se forman cuando aceites vegetales inicialmente saludables se hidrogenan industrialmente para producir grasas untables. Las grasas trans se encuentran en cantidades especialmente grandes en la comida rápida y en los platos preparados, pero también en productos de panadería como croissants, donuts y galletas. Sin embargo, los ácidos grasos trans también se pueden formar al freír alimentos. Este es el caso cuando los aceites con un alto contenido de ácidos grasos insaturados se calientan a altas temperaturas durante mucho tiempo.
Una dieta baja en ácidos grasos marinos Omega-3 DHA y EPA también tiene un efecto perjudicial. Estos dos ácidos grasos se encuentran casi exclusivamente en las algas marinas y en los peces. Diferentes estudios clínicos han demostrado que casi todos los pacientes con enfermedad de Alzheimer tienen una deficiencia de ácidos grasos Omega-3. Y esto, desde la fase temprana de la enfermedad, en la que sólo se ve afectado el hipocampo.
Prevenir y tratar la enfermedad de Alzheimer con ácidos grasos Omega-3
El Dr. Nehls señala en su libro que la dieta occidental actual a menudo también presenta deficiencias en varios nutrientes. La falta de ácidos grasos marinos Omega-3 es un asunto importante que debe tomarse en serio. Debido a la importancia de los ácidos grasos Omega-3 marinos como constituyentes esenciales del cerebro y su efecto como mensajeros hormonales que estimulan el crecimiento cerebral y contrarrestan los procesos inflamatorios crónicos, su uso para la prevención y el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer debe considerarse indispensable.
El efecto de los ácidos grasos marinos omega-3 en la enfermedad de Alzheimer
Hay varias razones por las que el ácido graso marino Omega-3 DHA por sí solo ya ha demostrado efectos notables en la prevención y el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer. Por un lado, una ingesta suficiente de DHA permite corregir una deficiencia existente en un componente esencial de nuestro cerebro. Por el otro, el cuerpo produce varias hormonas tisulares a partir del ácido graso Omega-3 DHA. Estos ayudan a reducir la producción excesiva de la toxina de Alzheimer y debilitan los mecanismos de la enfermedad de Alzheimer, que de otro modo destruirían todo el cerebro, empezando por el hipocampo. Además, los principios activos que emanan de los ácidos grasos Omega 3 EPA y DHA reducen la inflamación crónica del cerebro, que no sólo es la causa sino también el resultado del avance del proceso de la enfermedad de Alzheimer. Otro efecto positivo de los ácidos grasos Omega-3 es que aumentan las posibilidades de supervivencia no sólo de las células cerebrales recién formadas, sino también de las células más viejas.
Así, cuanto mayor es la proporción de ácidos grasos marinos Omega-3 DHA y EPA en el organismo (índice Omega-3), mayor es el volumen del hipocampo, lo que constituye un factor protector esencial contra la enfermedad de Alzheimer.
(1) “Algenöl – Die Ernährungsrevolution aus dem Meer”
Si quieres saber más sobre Omega-3, sistema nervioso, te recomendamos ver este video.